23 de agosto de 2013

Siete horas de menos, cinco horas de más

Mientras leéis libros antes de dormir, mientras os laváis los dientes, yo mando algunas simulaciones para que corran durante el fin de semana. Es por la tarde aún, viernes, y aunque Chicago tiene que estar llena de antros interesantes, no soy yo fan de andar a oscuras y sola por la ciudad más gángster. 

Vivo al revés y no sabéis nada de mí. No sabéis que como sándwiches, y que ceno cualquier cosa que se haga con agua caliente. Algunos sabéis que esto mola, y que no tengo cámara, o que mis compañeros son guays y hay tequila y cerveza, pero que el espacio que recorro día tras días están contenidas en un campo de fútbol. Algunos sabéis que sólo podéis hablarme si tenéis tiempo. Que os exponéis a que os suelte párrafos interminables, a que os hable de tonterías.

Entonces, salgo de trabajar y voy a casa. Si es martes, no hay puntos verdes en facebook. Lo único que me queda por hacer es calentar agua y buscar algo en series.ly (dos horas de algo, por favor). Y esperar a ver si agosto me regala algún trasnochador, por calor o por cerveza. 

Antes de irme a la cama, y leer "A Dance of Dragons" durante dos horas, os dejo un comentario en facebook. Algunas veces son tonterías absurdas de las que nos gustan, otras veces me río de mi misma, y las peores, cuando ovulo o el síndrome premenstrual me azota el hipocampo, simplemente publico algo que entiendo gracioso. En este punto es una alegría que alguien comente, o que simplemente le guste. Si a la mañana siguiente hay más de dos me gusta, sé que de alguna forma, os acordáis de mí. 

Las redes sociales no me gustan por impersonales, pero mantienen mi cordura. 

Si a esto podemos llamarlo cordura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario