26 de agosto de 2013

Lost connection

Cada vez que intento trabajar desde fuera de Sevilla, intento entrar a los ordenadores vía ssh. Siempre. Siempre hay un momento de duda y desasosiego cuando:

ssh -l rocio papafrita.jelou

El tiempo se para y esperas por favor que salga el siguiente mensaje:

The authenticity of host 'papafrita.jelou' can't be established.
Are you sure you want to continue connecting (yes/no)?       yes

Hasta ese momento todo el mundo se concentra en una única gota de agua que está a punto de irse por el desagüe. Todo tu presente inmediato, las próximas horas, los próximos días, los meses siguientes, van a regirse por esa gota, esas llaves que se caen cerca de una rendija, esa puerta que va a cerrarse por el aire.

Pero hay veces es más así:

ssh: papafrita.jelou: Name or service not known

Y la gota se va por el desagüe y con ella el mundo, las llaves caen en la rendija y con ellas la posibilidad del hogar, la puerta se cierra violentamente y después sólo queda silencio.



Algo así pasa cuando pides una beca, cuando mandas un email importante.



Es como cuando quieres mucho a alguien.







23 de agosto de 2013

Siete horas de menos, cinco horas de más

Mientras leéis libros antes de dormir, mientras os laváis los dientes, yo mando algunas simulaciones para que corran durante el fin de semana. Es por la tarde aún, viernes, y aunque Chicago tiene que estar llena de antros interesantes, no soy yo fan de andar a oscuras y sola por la ciudad más gángster. 

Vivo al revés y no sabéis nada de mí. No sabéis que como sándwiches, y que ceno cualquier cosa que se haga con agua caliente. Algunos sabéis que esto mola, y que no tengo cámara, o que mis compañeros son guays y hay tequila y cerveza, pero que el espacio que recorro día tras días están contenidas en un campo de fútbol. Algunos sabéis que sólo podéis hablarme si tenéis tiempo. Que os exponéis a que os suelte párrafos interminables, a que os hable de tonterías.

Entonces, salgo de trabajar y voy a casa. Si es martes, no hay puntos verdes en facebook. Lo único que me queda por hacer es calentar agua y buscar algo en series.ly (dos horas de algo, por favor). Y esperar a ver si agosto me regala algún trasnochador, por calor o por cerveza. 

Antes de irme a la cama, y leer "A Dance of Dragons" durante dos horas, os dejo un comentario en facebook. Algunas veces son tonterías absurdas de las que nos gustan, otras veces me río de mi misma, y las peores, cuando ovulo o el síndrome premenstrual me azota el hipocampo, simplemente publico algo que entiendo gracioso. En este punto es una alegría que alguien comente, o que simplemente le guste. Si a la mañana siguiente hay más de dos me gusta, sé que de alguna forma, os acordáis de mí. 

Las redes sociales no me gustan por impersonales, pero mantienen mi cordura. 

Si a esto podemos llamarlo cordura.

5 de agosto de 2013

La zona de confort

Me cuesta mantenerme serena si me llega algún mensaje perdido en el ciberespacio. Me cuesta mantenerme serena si escucho el sonido de las horas que hacen de kilómetros. Y sé, ahora sé, que mi ego era una criatura pequeña, un cobarde fanfarrón que hablaba de implicarse en las experiencias. Sin embargo, después de aprender a bajar y subir escaleras, después de aprender a no acercarse a lo que quema, tuvo que pasarse media vida siendo valiente echándose en las llamas.

Tanto me he cobijado, tanto nido he creado en la ciudad más derechona de Andalucía, que se me había olvidado el placer de la aventura. Sólo que ya no es olvido. Ahora la aventura es reto y es experiencia y todo me empapa, pero el miedo yace conmigo.

Me ha costado tanto aprender a ser feliz que soy mayor y los cambios me alteran el sueño. Me ha costado mucho ser libre y ahora lo soy, pero nunca había tanteado los extremos.

Y ahora, en un extremo del mundo, en la otra punta del día, no hay manos ni abrazos, ni siquiera skype's bar, sólo ánimos y ánimos, mientras las luciérnagas revelan la verdad. Sé cómo ser libre y cómo ser feliz, pero tengo que seguir usando la valentía para poder encontrarme, para poder volver.

4 de agosto de 2013

La luz del lado oscuro

Soy una piedra rota en tu camino,
una niña huyendo del miedo.
Tan lejos he llegado que ahora sé
que hay un monstruo bajo mi cama.

Puedes ver a través de mí y ves
el dolor y el abismo que se abren
cuando espero que me venza el sueño
o intentas enseñarme a vivir.

Tú apagas los fuegos y pesadillas,
pones la voz al final del túnel
deseando que la reconozca
y te duelen las espadas que lanzo
cuando me olvido de quién eres.

Eres la paciencia irascible de alguien
que espera a que deje de llover,
la sinceridad absurda que cuenta
que somos dos piezas entre mil
de un puzzle sin empezar, dos juntas
en la misma esquina del paisaje.

Esperas que todo tenga sentido
y entonces me miras
y soy perfecta.