9 de septiembre de 2014

CADÁVERES EN NUESTRA HISTORIA

Es horrible padecer la violencia.
Es horrible acabar, por esto, ejerciendo violencia.

Pero es sobrecogedor, cuando uno sale del infierno, la cárcel-persona en la que se convierte. Uno se encuentra paralizado por el miedo a provocar sufrimiento y, al mismo tiempo, uno protege sus vulnerabilidades, incapaz de dejarlas expuestas para darle la oportunidad a otra persona de reconstruirlas. Sin embargo, uno intenta aparentar ser una persona normal.

Y es mentira. Sólo eres una bomba de relojería que le estalla en la cara a cualquiera que se enfrente a los miedos que escondes.

Te das cuenta cuando un comentario cruzado desata una tormenta en tu subconsciente que no puedes detener.

Te das cuenta cuando todos los aspectos de tu vida están tan distorsionados que ni siquiera sabes si es tuya.

Te das cuenta porque por alguna razón has empezado a dormir y despertarte a horas humanamente normales.

Después de años. Como si hubieras perdido todas las batallas que creíste ganar.

Acaba de empezar.