4 de marzo de 2011

La indefensión

Acabo de llegar a casa. No estoy borracha, pero llevo unos vasos de mistela. Lo suficiente para entrar un poco dentro de mi. Estoy escuchando a la última agrupación que cierra la final del Falla. Porque no puedo dormir. Y tengo unas ganas de fiesta que no me tengo. Incluso estaba pensando en probarme el traje de flamenca  para las fotos en la playa.Volvía a casa con un aire bloguero. Pero el cuarteto me la ha liado y está cortando mi mente en dos. Pero he vuelto, con la sensación del trabajo bien hecho, porque currate una buena noche de juerga a veces es difícil, y cuando las consigues son memorables. Y yo ando muy bien últimamente, aunque sólo sea por eso. Y he vuelto, encontrando en las farolas un algoritmo metrópoli de luces. Pensando que tengo una llave nueva en el bolsillo. Que el tiempo que tarda la llave en abrir, es el tiempo en el que descubrir alguna fantasía sexual oculta. Ahora, que de repente pienso por mí. Que sólo soy una. Que de nuevo, sin saber cómo, me recupero. Yo soy yo. Vuelvo a ser yo. Vuelvo a perder el miedo a abrir la boca. Vuelvo a ser creativa. Vuelvo a decirme como soy. Vuelvo a no tener miedo de equivocarme. La creatividad y las relaciones de pareja. El alivio que siente uno cuando el viento te ondea el cabello, y nadie se atraganta con el pelo que el estrés te desata. El estrés viene a consolarme, como siempre. Y los libros me hunden la nariz, como siempre, en el olor a nuevo.

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