11 de diciembre de 2012

The best brother ever

Hace casi un mes fue el cumpleaños de mi padre. Estuve con él en la Taberna del Libro, le enseñé los libros y le compré una botella de vino. José Manuel Alfaro nos atendió como él sólo sabe hacer y acabamos bebiendo vino, como no podía ser de otra manera. Estábamos tan a gusto que la anécdota les llevó a hablar de mí. Delante de mí. Y me sentí como una niña en la estrevista del profesor con sus padres. 

Tengo un padre fan y un librero fan también. Y fue un gran descubrimiento. Pero mi padré recordó el modo en que me metí en esto. 

Yo soy de esos niños que hacen algo desde siempre. En mi caso, escribir. Mi hermano me pidió textos y se los di. Me pidió que hiciera una descripción suya a mi manera para enseñarlo en una exposición de pintura en el Pub Ottawa. En  Madera Húmeda. Era una tertulia que se hacía por aquel entonces en Huelva y que llevaba un profesor de historia. No sé quién, pero lo hicieron. Le dijeron a mi hermano que me llevara un día por allí.

Red de contactos, como siempre. Pero unos viernes más tarde, la que apareció por allí era una cría de trece años acompañada de su hermano, con textos en una libreta y un portafolio. Por aquel entonces estaba cansada de lo que tenía que escribir en el colegio, estaba cansada de la poesía y de la forma burda en que los adolescentes entienden el amor. Por aquel entonces ponía mi edad a la venta, y esperaba a que los demás hicieran apuestas. 

Un día, mi hermano se fue a Valencia a seguir formándose. Y yo, con su ayuda y mis ganas, pude seguir yendo a las tertulias sola. Madera Húmeda vino acompañada de la Tertulia Sin Nombre, o la del Kroxan. Tenía quince años.

De los poetas de entonces, los hay que me dieron la experiencia para ser una poetisa joven. Incluyendo el drama que toda poetisa joven alberga en su histora. Algunos se perdieron, otros son buenos amigos y los hay que ganan premios, también.

Esta es la historia de cómo me convertí en una adolescente poetisa vieja. Pero lo importante es que aún tengo esto en mi memoria, que recuerdo cómo fue y que fue mi hermano el que me puso a andar. 

Aún guardo las cartulinas negras, con papel pintado en ocre, de los textos de los hermanos Bueno en una exposición de pintura del extinto Pub Ottawa. 




PD: Huelva, tú antes molabas.

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