13 de agosto de 2012

Corrigiendo el dolor

Este poema es nuevo. Aunque tiene su tiempo, terminé de escribirlo hace poco. Ahora estoy en esa época productiva sin nada nuevo, con poemas que no terminan nunca y que me dicen que están incompletos. Pero estoy disfrutando de ese desafío, del sabor, de haber terminado un poemario, mejor o peor, y empezar a escribir otro. Donde siempre, el poema es una incógnita y puede ser sustituido.

Aún ando buscando un título




Los escalones se descuelgan
de esta casa. 
Se me olvida la sintaxis,
el desorden lógico del estrés, 
el azar cíclico de las hormonas, 
los caminos al rincón oscuro.

Escucho una campana
y vuelvo a sentir el sabor
de la sangre en la boca.
He aprendido a morder, 
a desgarrar, a comerme
el corazón de la presa. 

Pero ya dejé mi abdomen
dispuesto y cedido
al placer y la derrota, 
al puñar y el pellizco.

Ahora sólo sé correr
en huida constante 
hacia la luz. 

Ahora soy yo 
quien teje la vida
con sus propias manos.
Soy yo la destrucción
y soy yo, también, 
la entrega.









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