29 de mayo de 2011

La violencia

Hay una cosa que me llama la atención. Los mossos desalojaron la Plaza Catalunya con una violencia brutal. La acampada era pacífica, pero a pesar de todo, aquella mañana la desalojaron. Pudo deberse a varias causas:

1. Orden de desalojo porque sí. Porque molesta, porque queda feo al final de las ramblas.
2. Porque lo que les faltaba a los mossos era tener que controlar la acampada el sábado y a los culés en trance.
3. Porque es una forma de hacer mala publicidad a las acampadas. Intentando tildarlas de violentas o generando un peligro fantasma de violencia para reducir el espectro de ciudadanos susceptibles de acudir.

Entonces, llegamos al sábado. Nos encontramos con una multitud enfervorizada que destroza una ciudad porque está contenta. Da pena que la movilización ciudadana siga siendo el fútbol, y es obvio que hay que hacérselo mirar. Nos encontramos con una reacampada, por lo que se elimina el punto 1. Encontramos que los acampados deciden hacer un lazo de seguridad para evitar que los disturbios provocados por aficionados culés que están de fiesta lleguen hasta ellos. De esta forma, se cuidan de su propia seguridad frente a los culés, frente a la policía que vería una justificación para un nuevo desalojo y lavan su imagen pacífica, la rodea y le pone un signo de admiración. Todo para dos segundos en televisión. Esto desarticula el punto 2. 

Sólo nos queda el tercer punto. El desalojo violento del viernes no fue más que un intento de provocación hacia el carácter pacifista de las acampadas que no surtió efecto y, de paso, generó el peligro que pueda alejar de la zona a parte de los ciudadanos. Me parece una actitud deplorable y una moral más que cuestionable que un gobierno decida liarse a palos con los ciudadanos que los mantienen, que están manifestando una opinión clara y contra los que no tiene justificación ninguna. Sobre la policía pienso lo mismo, sobre estos en concretos, aunque colgados hay siempre.

He aquí la falta de ética de un gobierno que, sobre todo, nos pesa.

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