Cuando un niño se cae jugando con otro niño no deja de ser juego. Cuando un niño se cae, jugando con otro niño, y se rompe los dientes sobre algún columpio mal pensado, la cosa se complica. Nos sobrevuela la idea de una infancia violenta y la negligencia arquitectónica. Uno teme que sea un niño de ojos rubios, con una cara de tremenda inocencia, tramando, como en una película, tropiezos a todos sus compañeros. Uno teme que crezca y que trame puñetazos, navajazos y violaciones. Lo malo de los sentimientos religiosos es la subjetividad intrínseca al sentimiento. Lo malo es que cada día, uno puede ser más sensible a los me cago en dios de los viejos y que la blasfemia habitual sea delito. Lo malo es que parece que sólo hay un sentimiento religioso.
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